Hace 10 años, el padrastro de Jackson, que tenía 2 años en ese momento, lo sacudió durante 30 segundos con furia incontrolada. Lo sacudió hasta la muerte antes que los paramédicos llegaran y realizaran maniobras de reanimación cardiopulmonar (RCP) para revivirlo. Jackson fue llevado al hospital más cercano, donde pasó más de dos semanas en coma luchando por su vida. Cuando despertó, permaneció en el hospital durante otros seis meses.
Antes de este terrible día, Jackson era un bebé feliz y saludable. Ahora, tiene problemas para mover su brazo izquierdo, usa refuerzos en ambas piernas y arrastra el pie izquierdo cuando camina. Está ciego del ojo izquierdo y ha realizado miles de horas de terapia física y del habla para volver a aprender a caminar, hablar, comer y jugar. No sabe lo que le pasó o por qué es diferente a los demás niños. No sabe que su vida no tenía que ser así.