ENTONCES, ASHLEY DECIDIÓ DEJAR DE CONSUMIR LÁCTEOS.
Esto fue un gran cambio en su alimentación. No solo significó dejar de consumir leche, yogur, helado y queso, sino también leer las etiquetas de los alimentos para evitar todo tipo de suero, caseína y otras trazas de leche. Sin embargo, este cambio dio sus frutos. Poco después de que Ashley dejara los lácteos, Isabella parecía estar mucho mejor. Ya no se despertaba gritando de dolor, y el sarpullido en la piel también había desaparecido.
